Podremos en un primer instante comparar el
no-lugar como un espacio limbo, un lugar de espera transitoria que queda en
tierra de nadie. El no-lugar es aquel emplazamiento en el que no te sitúas, no
te reconoces y sobretodo (valga la redundancia) podría estar en cualquier
lugar. Consideraremos varios factores que harán de un lugar un no-lugar.
En primera instancia es necesario una pérdida de
identidad y por tanto una pérdida de historia, de raíces. Este concepto
no personaliza ni aporta a la identidad porque no es fácil interiorizar sus
aspectos o componentes. De este modo, la comunicación entre el individuo y el
no-lugar es existente o nula.
Una característica derivada del término es por
tanto la transitoriedad. Un no-lugar es una autopista, una habitación de hotel,
un aeropuerto o un supermercado. Carece de la configuración de los espacios, es
en cambio circunstancial, casi exclusivamente definido por el pasar de
individuos.
Así, al subirse al tren puede seguir pensando sin
ver, ni oír envuelto herméticamente en su individualidad. El camino hacia la
casa no es ni itinerario sino simplemente trazado de cemento que lo lleva a un
lugar.
Estefanía Guerra, Erasmus, WORK & CO, Cuatrimestre de Primavera 2014, ETSAM
Estefanía Guerra, Erasmus, WORK & CO, Cuatrimestre de Primavera 2014, ETSAM